Montenegro anotó los dos goles que le permitieron al Rojo quedarse con el clásico después de cinco años. Además, el técnico pudo respirar en medio de los rumores de renuncia. El equipo de Ischia, que sufrió la expulsión de Mouche en el primer tiempo, jugó muy mal y terminó con nueve por la roja a Bataglia sobre el cierre.
El primer tiempo fue muy aburrido, con pocas llegadas a los arcos y mucha batalla en la mitad de la cancha. El pésimo estado del campo de juego tuvo que ver en el flojo desarrollo del encuentro, aunque los jugadores tampoco pusieron lo suyo para intentar brindar un buen espectáculo.
El equipo de Carlos Ischia, que a último momento presentó a Leandro Gracián por Juan Román Riquelme -estuvo en el banco-, arrancó con una buena combinación entre Pablo Mouche y Martín Palermo, pero el juvenil definió mordido y la pelota salió muy lejos del arco de Fabián Assmann.
La respuesta de los dirigidos por Miguel Angel Santoro hizo ilusionar con un partido entretenido y de ida y vuelta. Sin embargo, el contrataque encabezado por Federico Mancuello que terminó con su remate desde lejos por encima del travesaño fue sólo eso, un intento aislado y sin peligro.
A los 23 minutos, Sergio Pezzotta expulsó de manera apresurada a Mouche por doble amonestación y dejó a Boca sin el único jugador que supo desequilibrar. El delantero había visto la primera amarilla por una falta sobre Lucas Pusineri y un rato más tarde protestó una infracción que no le dieron.
La increible decisión de Ischia de poner en el banco a Luciano Figueroa y Lucas Viatri, y no incluir a Ricardo Noir o a un atacante por afuera, imposibilitó al Xeneize de alternativas para acompañar a Palermo. El goleador aguantó lo que pudo de espaldas, pero no tuvo peso en el área.
La expulsión levantó el ánimo de Independiente, que de todas formas no pudo sacar provecho del hombre de más. Con más defensores de los que necesitaba, con Daniel Montenegro ausente y José Moreno errático, el Rojo fue muy tibio y sólo preocupó con un zapatazo de Pusineri que salió cerca.
En el complemento las cosas cambiaron y no por el ingreso de Riquelme, sino porque se despertó el Rolfi. A los 10 minutos, el mediocampista tomó la pelota en la mita de la cancha, le hizo un caño bárbaro a Fabián Vargas y sacó un remate preciso que pegó en el palo e infló la red.
Con la ventaja en el marcador, los de Santoro no supieron liquidar rápido la historia. Enfrente, Ischia continuó con su desconcierto y mandó a la cancha a Lucas Viatri para formar un tridente ofensivo -ya había ingresado Luciano Figueroa- sin alguien que los asistiera desde los costados.
A los 32 minutos, Pezzota volvió a fallar y sancionó un penal a favor de Independiente por una falta inexistente de Roberto Abbondanzieri contra Mancuello (el delantero se llevó por delante al arquero). El ejecutor fue Montenegro, el gran protagonista del encuentro.
Ya con dos hombres de más, por la expuslión de Sebastián Bataglia a los 41 -patada al Rolfi-, el local fue lujo y estuvo cerca de la goleada con un tiro del ingresado Hernán Fredes desde la mitad de la cancha. Mientras tanto, Boca jugaba con tres número nueve y ni siquiera mandaba centros.
El triunfo también le dio un poco de aire a Santoro, en medio de los rumores de renuncia que circularon durante la semana. En Boca las alarmas siguen encendidas, porque a pesar de un par de buenos resultados, el rendimiento es muy flojo y el técnico parece tener cada vez menos respuestas.
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